Expresa aquello que hay dentro de ti, esas ideas que giran en tu mente, esos pensamientos que te gustaria que supieran, esas dudas que te atormentan, esas situaciones que te preocupan.
Callar es bueno al principio, porque evitas preguntas, regaños, y que te juzguen, pero a la larga sólo es una problema, una carga que te debilita.
Habla con un amigo, un pastor, un hermano, un sacerdote,
habla con tu pareja, o con alguno de tus padres,
o asiste a un lugar donde te puedan escuchar y apoyar.
Sólo...no te ahogues entre palabras, miedos y secretos.
Liberate.....
Psic. Patricia May.
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