Jamás habia visto a un gato enamorado
salir por la calle y buscar a esa gatita,
llorar y llorar, (maullar y maullar).
Lo ví perder la cabeza,
y me hizo perder la paciencia.
Jamás vi a un gato enamorado,
dispuesto a escalar la barda
aun con el pie lastimado.
Me pregunto si valió la pena,
sigue llorando por ella,
y ella ni siquiera lo voltea a ver.
Eso no sólo le ocurre a los animales,
esa terquedad inquebrantable,
a veces, para no decir siempre,
a los seres humanos también nos sucede.
Amar también implica sufrir de alguna manera.
Patty Mayek
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